En lo alto tu rostro,
satisfecho y sonriente
tus rizos dorados
tus pechos de carne y vida
y el cuerpo oscilante sobre mis caderas
te prendes de un clímax y sonríes como eclipse
mientras el cartucho de la noche vacía los capilares de mis deseos otarios
la célula de una luna roja se incrusta sobre la célula de un cielo temprano
y al amanecer bajo el obraje ortivo,
plena sobre la almohada y respirando hondo, duermes
mi mirada te recorre construyendo un orfanato de anhelos:
perros callejeros, cruzas plebeyas,
barrenderas que levantan con sus escobas las alegrías gastadas en las plazas de la historia
recojo el pantalón y la camisa (mis silenciosos muertos) del suelo de tu recámara
dejo la colcha tirada, el desorden que no pierde su dimensión
y atravieso la puerta de tu casa sin hacer ruido,
la reja eléctrica
oreando la tristeza de haberte amado (aún te amo)
... a lo lejos, la pirámide del pueblito
el centro y sus cúpulas barrocas,
los arcos del acueducto
y el ruido del tráfico del transporte público a mis espaldas.
Me gusta este poema
ResponderEliminarla sensacion que deja cuando se aleja
luego de haber dejado sin pilas el vibra de hule
sabes cuanto duran esas pilas?
quedar agotada
profundamente dormida sobre el lecho revuelto, sin pilas...
levantarse horas mas tarde con las marcas de las sabanas en la piel
y en la boca el sabor a melancolia y complicidad
el amor que se esfuma poco a poco
como la noche tras el sol
el recuerdo que perdura
el silencio
y el sorbo de cafe solitario
reclinada en la ventana
contemplando a lo lejos
la calle que te vio partir