lunes, 23 de enero de 2012

Éxodo Rarámuris

aleteo de tristezas
parvadas humanas descienden, descienden

sus árboles verdes, sus blusas amarillas, faldas largas, azules y verdes
sus rebozos donde llevan a la cría al pie del precipicio.

En medio de su telaraña de arrugas, el ojo,
y en lo profundo de su mirada,
el ritmo insano de la locura, del semáforo y la indiferencia.

se escuchan parvadas humanas descender desde la sierra
sobre las calles de la ciudad se oye
aleteo triste de la hambruna

sábado, 21 de enero de 2012

del 1 al 6

1. y al encontrar unas cuantas frases escondidas como lagartijas en la pared, las revolví en el lodo de mi pecho. Como flores de barro se alzaron sus pequeñas llamas de luz interna.

2. los árboles también se aman por sus silencios.

3. y aún extasiada, tus caderas sembradas sobre el árbol de agua sin flores, pero con la envergadura perenne que amaste, te inclinaste dócilmente sobre el sueño profundo y espiral.

4. hay huellas silenciosas y blancas, olores fríos, ramas que son letras y cuyas copas son intangibles pero se mueven en el pecho como serpientes amorosas lejos de las miradas de los demás.

5. con la yema de los dedos que hundiste entre tus muslos dibujaste un alce bebiendo de la gruta de un manantial.

6. te llamo cuervo de plumaje índigo, voz transparente que emana del pecho, escritura al filo del precipicio, flor de piedra y luz que aún palpita en la boca ósea del cráneo.