parvadas humanas descienden, descienden
sus árboles verdes, sus blusas amarillas, faldas largas, azules y verdes
sus rebozos donde llevan a la cría al pie del precipicio.
En medio de su telaraña de arrugas, el ojo,
y en lo profundo de su mirada,
el ritmo insano de la locura, del semáforo y la indiferencia.
se escuchan parvadas humanas descender desde la sierra
sobre las calles de la ciudad se oye
aleteo triste de la hambruna
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